LA EDUCACIÓN EN GRECIA.


Hasta que el niño iba a la escuela (a los siete años), eran la madre y
la nodriza quienes se ocupaban de él y le proporcionaban las primeras enseñanzas, que
consistían en historias tradicionales, mitología y leyendas nacionales, y nada
más, pues las pobres mujeres, que prácticamente nada habían aprendido,
prácticamente nada podían enseñar.
A los siete años el niño comienza su
"paideia", o formación cultural, pasando a la escuela, siempre de
profesores particulares, donde cursaban tres asignaturas: gramática, música y
gimnasia.
La escuela del gramático.
En cuanto el pequeño ateniense tenía edad para
ir a clase pasaba, al menos en las familias acomodadas con varios esclavos, de
la vigilancia de la nodriza a la del pedagogo, que era un esclavo
encargado de acompañarle a todas partes y de enseñarle buena educación,
recurriendo, si era necesario, a los castigos corporales. El pedagogo lo
acompañaba por la mañana a casa del maestro y le llevaba la cartera.
El niño empezaba por aprender a leer y luego a escribir. Aprendía a leer en voz alta y
luego seguía haciéndolo igual, pues da la impresión de que no se practicaba la
lectura en silencio.
El alumno practicaba después la escritura de
las letras sobre una tablilla de madera barnizada de cera, y sobre ella trazaba
los caracteres con ayuda de un punzón o estilete, cuyo extremo opuesto, plano y
redondeado, servía para borrar. No había pupitres, y los alumnos se sentaban en
taburetes alrededor del maestro.
En cuanto sabía leer y escribir con facilidad
tenía que aprender versos de memoria, y
luego fragmentos cada vez más extensos de los poetas. El primero era el más
grande de todos, Homero, el autor de la Ilíada y la Odisea.
Los griegos consideraban que Homero enseñaba todo lo que debía saber un hombre
digno de tal nombre: las actividades de los tiempos de paz y de los tiempos de
guerra, los oficios, la política y la diplomacia, la sabiduría, la cortesía, el
valor, los deberes hacia los padres y hacia los dioses...
La enseñanza se completaba con la aritmética. Utilizaban los dedos para los
cálculos elementales, y recurrían a las fichas de cálculo y al ábaco para los
más complicados.
La enseñanza de la música.
Para los griegos la música era la parte
esencial y el mejor símbolo de toda cultura. Se decía que la música
educaba el alma y la gimnasia entrenaba el
cuerpo. Al parecer los niños aprendían con el maestro de música (citarista)
canto al mismo tiempo que la música instrumental yla danza. La música se
practicaba de oído, sin ninguna partitura.
El instrumento noble por excelencia era la cítara, pero también el oboe estuvo muy de moda en Atenas en el siglo V.
La gimnasia.

Los alumnos del pedotriba se dividían en dos clases: los pequeños (pai'de"),
que tenían de doce a quince años, y los mayores (neanivskoi), de quince a
dieciocho años.
La gimnasia se practicaba en la palestra: terreno deportivo al aire libre,
cuadrado y rodeado de muros. En uno de los lados había unas habitaciones que
servían de vestuarios, de salas de descanso con bancos, de baños y de almacén
de arena y aceite.
Tres son los rasgos distintivos de la gimnasia griega: la total
desnudez del atleta, las unciones de aceite y el acompañamiento de oboe durante los ejercicios.
Los accesorios indispensables que el niño debía llevar a la palestra eran la esponja, el
frasco de aceite y un rascador o cepillo de bronce.
Los deportes más practicados eran la lucha, la carrera, el salto y el lanzamiento de disco y de
jabalina. Además podían practicar el boxeo y el pancracio. Los niños de buena
familia practicaban también la equitación desde muy pequeños.
La pederastia.
El amor por los muchachos desempeñó un papel importantísimo en la educación
griega. Los atenienses consideraban que la vinculación apasionada de un hombre
(ejrasthv") y de un adolescente de 12 a 18 años (ejrovmeno") podía
generar nobles sentimientos de valor y honor.
Se puede decir que el joven ateniense aprende en la escuela (con el
gramático, el citarista y el pedotriba) conceptos, técnicas, habilidades
manuales, mientras que el amante proporciona la educación moral, enseña la
virtud.
Los sofistas.

Estos primeros profesores de enseñanza superior eran conferenciantes
itinerantes. Las exhibiciones que hacían de su saber y de su talento de
oradores les atraían a alumnos que se vinculaban a ellos y los seguían de
ciudad en ciudad.
Enseñaban todo lo que entonces se podía saber y que no se enseñaba en la
escuela elemental: geometría, física, astronomía, medicina, artes y técnicas,
y, sobre todo, retórica y filosofía.
Esparta.

Mientras que, como ya hemos dicho, en Atenas las jóvenes vivían recluidas,
en Esparta las muchachas practicaban en público muchos deportes, al igual que
los muchachos: la lucha y el lanzamiento de disco y jabalina. Pretendían así
preparar madres de familia robustas y fuertes, que proporcionaran a Esparta
hijos fuertes, buenos guerreros.
Los muchachos sólo permanecían con sus familias hasta los siete años, edad
en la que el niño pasa a manos del Estado, al que no dejará de pertenecer hasta
su muerte. El niño se alistaba en formaciones premilitares que se
escalonaban a lo largo de todo su crecimiento. Sus estudios se limitaban a lo
estrictamente necesario; el resto de su educación consistía en aprender a
obedecer, soportar la fatiga con paciencia y vencer en la lucha, es decir, ejercicios
físicos y entrenamiento para la guerra.
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